Recreación gráfica de las dos planchas dispuestas en su orden de tirada y entintadas para Vallauris Exposición 1954 |
Hay
que distinguir dos modalidades de trabajo dentro de este
procedimiento: el fondo homogéneo y el trabajo con más de una
plancha. El fondo homogéneo es utilizado para evitar las líneas
blancas; normalmente se elige un tono claro, en una versión más
sofisticada y entonada de las primeras impresiones de 1952 sobre
papel de color (estampas negro sobre blanco, negro sobre rosa, negro
sobre amarillo, negro sobre naranja y verde sobre amarillo), puesto
que el fondo homogéneo posibilita, al contrario que el papel
coloreado, que la imagen esté rodeada por unos márgenes blancos
donde se aprecia el papel de la impresión en estado virgen. Un caso
especial será el que llamamos estampación inversa, cuando el orden
de las tintas a la hora de la tirada comienza con la estampación de
un fondo negro para superponerle un color mucho más claro (blanco,
beige, rosa o marrón claro). 1954 será la primera vez que Picasso
trabaje con dos planchas, contraponiendo y fundiendo formas y
colores, haciendo que el supuestamente simple motivo de un jarrón
cerámico se convierta en un auténtico ejercicio cubista de
simultaneidad y prolijidad de vistas. Vallauris
Exposición 1954 utiliza
dos planchas, la primera para el verde y la segunda para el negro,
estampadas una tras otra para crear la forma de un jarrón que
contiene a otro jarrón, tal y como aparece en las cerámicas del
momento, donde muchas veces una vasija cerámica nos muestra,
pintada, otra vasija. No sólo se podría hablar de la obra dentro de
la obra, sino de la técnica dentro de la técnica, o de los
procedimientos dentro de otro procedimiento (el grabado que muestra
una cerámica que muestra una pintura y anuncia una exposición de la
obra). Otro de los primeros trabajos, en 1956, con dos planchas,
Mujeres en su aseo,
donde los juegos de tono y color se llevan todo el protagonismo en
una precioso conjunto de marrón y negro vivificados por unos toques
maestros de blanco, tiene la peculiaridad de que existen más pruebas
de las planchas por separado que superpuestas. Aunque con grandes
aciertos, la técnica de la superposición de planchas da lugar a
imágenes donde los diferentes colores no terminan de relacionarse
adecuadamente, como en el cartel para la exposición de Céret de
1958, donde los rojos de los vestidos no se integran adecuadamente en
las figuras de los bailarines de sardana. Los dos grandes ejemplos de
esta problemática serán Retrato
de muchacha según Cranach el Joven II,
con cinco planchas, y especialmente Retrato
de Jacqueline en el sillón,
con otras cinco. Los distintos colores no terminan de crear planos,
sino una multitud de líneas yuxtapuestas y superpuestas, algunas
veces con gran confusión. A partir de entonces Picasso trabajará
con tintas opacas, que no permitan mezclas no deseadas, y buscará
otras técnicas de realización.
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