Rafael Pérez Contel
(1909-1990) es uno más de los olvidados artistas españoles
protagonistas de esa intrahistoria unamuniana jamás redactada.
Nacido en tierras valencianas, a su trabajo como dibujante,
grabador, pintor, cartelista y escultor sumó su título de profesor
de dibujo. Tras su estancia en Madrid a principios de los años
treinta y su contacto con las vanguardias, fue cofundador de la Unión
de Escritores y Artistas Proletarios, y esas preocupaciones que
aunaban sociedad y arte lo llevarán también a militar durante la
Guerra Civil en la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Tras
acabar los grises del cuadro de Picasso Guernica
transformándose en el negro de los días de una nación, Pérez
Contel cumplió condena hasta 1942, por rebelarse ante el desastre
de la guerra armado con un pincel, y no conseguiría volver a su
cátedra de dibujo, robada como el pasado y el futuro de muchos
ciudadanos, hasta 1952, pudiendo entonces desarrollar su labor
docente en Játiva y Valencia hasta su jubilación, fomentando esa
educación por el arte en la que creía antes de los disparos y
después de la sangre. Fruto de esa pasión artística y humana es el
libro Linoleografía.
Expresión gráfica con linóleo,
que recoge las antiguas preocupaciones de la escuela de la Segunda
República y las modernas recomendaciones de la Unesco. Publicado en
1966, contó con el apoyo y el prólogo de Luis Alegre Núñez
(1918-1969), a la sazón director y catedrático de grabado de la
escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid; en los mismos
agradecimientos a la dirección del Instituto por las facilidades y
estímulos a la práctica docente, el propio Pérez Contel subraya
cómo ese apoyo ha permitido el intercambio de
trabajos de nuestros alumnos con los de igual nivel del Japón,
Alemania, Inglaterra, Francia, Italia, Egipto, Uruguay, etc. Con
maestros como Simeón Omella, Patricio Redondo, José de Tapia o
Ramón Costa en el exilio, Pérez Contel enseña en ese huero páramo
cultural llamado España inventando el presente, recomendando utilizar las
varillas acanaladas de los paraguas estropeados para fabricar una
gubia. Del libro se tiraron en la Imprenta Hijo de Ricardo Mateu de
Játiva veinticinco ejemplares en papel Lito y Registro y
seiscientos en papel Lito de edición y de Estraza, reproduciendo
doscientos
treinta y tres grabados al linóleo
realizados por los alumnos.
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